ALEMANIA
También cuenta la leyenda que el dueño de un pequeño bar llamado Anton Feuchtwanger comenzó en 1904 a ofrecer ricas vienesas aderezadas con cátsup (kétchup) y mostaza a su habitual clientela. Aunque el bocadillo era muy demandado, se topó con un problema: Los golosos clientes ponían el grito en el cielo porque se quemaban y ensuciaban los dedos al degustarlo.
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Después, como utilizar cubiertos le restaba gracia al acto de comer las salchichas a la carrera, el hombre tuvo que ingeniárselas para calmar o aplacar los reclamos de sus clientes y no defraudar de esta forma a los comensales. Fue así como junto con el plato, comenzó a ofrecer un par de prácticos guantes. Pero los clientes se los pelaban y, al final, el negocio no resultaba rentable.
En vista de eso, y ante la desesperación de ver cómo el bar se le estaba yendo a pique, el comerciante recurrió a su medio hermano, que para su fortuna era panadero. Con su experiencia y conocedor de muchos tipos de panes, ideó un pan alargado capaz de contener sin mucho problema la vienesa, otorgándole, de paso, a este tipo de pan, un gran valor agregado. Así nació hot dog (perro caliente), tal como lo conocemos hoy. Rápidamente agarró revuelo y fue introducido en el resto de Europa, para luego ser conocido en Cuba, Argentina y los Estados Unidos, donde incluso está instaurado el “Mes del Hot Dog”, que se celebra en julio.
